Bajas medio dormido a esta estación en la que nunca has estado. Son aproximadamente las 8 de tarde noche y no sabes si es común que una bruma tan espesa y rasante recorra las calles por estos pagos. Debajo de esta identidad ( la bruma) mis botas dan fe que el piso es tierra mesclado con graba. Doy entonces mis primeros pasos en las calles y me abro a la reflexión:
Hablemos un poco del panorama sombrío en el que te encuentras. Según el cartel que está al comienzo de la estación, por donde fue entrando el tren, se ve que el pueblo lleva por nombre Mertimar. La poca gente que deambula de aquí para allá, tiene un paso reconcentrado y firme, con una mirada que se clava en el suelo. Cada uno de los habitantes parecen literalmente zombis. No hay nada mejor que este cálido recibimiento.
Un volante medio despegado de la pared de la estación dice ” Gran función, Gran función, hoy y siempre 21hs”. Exactamente, dentro de 45 minutos.
Yo fui un chico que en sus años nuca había sido de visitar este tipo de espectáculos. No había curiosidad en las carpas que visitaban mi ciudad y creo que como detalle puedo nombrar que no me gustaban los payasos ni los mimos mimos, y tampoco otras bestias que se paseaban por esos lugares. Ahora con mis 28 años creo que algunas cosas cambiaron y las imágenes de los payasos cobraban cierto color de curiosidad. Además, por lo que me dijo el guarda, el próximo tren pasa de vuelta a las 4 am, lo que me deja bastante tiempo para curiosear lo sombrío de la bruma.
Lo que principalmente me llama la atención es que la bruma no esta en todas partes, ni viene de todas partes, ni va a todas partes. Viene de aquella calle al fondo hasta la estación, es una suerte de alfombra blanca. Emprendo mi marcha entonces golpeando la bruma con mis botas y jugando con las estelas. Cuando por fin llego a la puerta del circo, un personaje de los que imagino que sacan a pasear de adentro de las jaulas, es el que me está cobrando el tiket y pienso “Hago mejor la transacción rápido, miro solo el hueco por donde va el dinero y vuelve la plata”. Cruzar la mirada con este primer personaje no se que efectos me pueda traer... Pero es más fuerte que yo, siento su mirada penetrante en mi cabeza. Por otro lado una miradita no le hace mal a nadie, así que miremos! Al levantar la mirada veo los ojos profundos del misterioso vendedor y en el fondo de uno de sus ojos, un haz de luz dorado que amanece de las profundidades oscuras y da 2 vueltas alrededor de la cavidad completa y desaparece. Automáticamente el vendedor sonríe y me dice “Adelante por favor”, por lo que sin dudarlo doy media vuelta muy rígida y simplemente camino a la entrada. Ahora bien, no me dio ninguna entrada el primer hombre misterioso! ( ya estoy viendo el segundo ahí, en la pista central). Simplemente pude entrar sin ningún tiket, en este lugar no hace falta rendirle cuentas a ninguna otra persona por lo que veo.
Al entrar descubro que el lugar es inmenso, es mucho más grande de lo que acusa ser la carpa cuando se la ve de afuera. Ingenuamente tomo asiento en una de las miles de butacas vacías que circulan a la pista central, origen de la bruma que me trajo hasta aquí. Al echar un rápido vistazo a mi alrededor para contabilizar la gente que corre la mi misma suerte que yo, puedo ver que soy el único y que la función esta empezando. Se apagan todas las luces y en el centro solo queda iluminada la cara del payaso que esta ahí parado. Ahora se escucha un eco retumbante que dice, “ Que comience la función”.
Por alguna razón me estoy despertando nuevamente, en lo que va de mi llegada a este pueblo. Al terminar de abrir los ojos veo que estoy en la estación, son las 3.59 a.m. y el tren que me lleva de regreso a casa esta entrando a la plataforma. Rápidamente me levanto de mi lugar y corro al borde del andén. Me subo y me siento en la butaca junto a la ventana de la mitad del vagón. Otra cosa no puedo hacer al estar en tal estado de intranquilidad por lo recién sucedido. Automáticamente cuando el tren comienza su marcha, cae sobre mí una cortina de sueño y me duermo profundamente.
No lo puedo creer, estoy en el circo… El payaso tan particular del centro de la pista sigue exactamente en el mismo lugar que cuando me quedé dormido. Con los ojos ahora completamente dorados, me mira y dice, que comience la función!.
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